Sentimientos en la Contra Parada Militar
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Al llegar, escoltada a lo lejos por mis preocupados padres, vi feliz a unos cuantos payasos militares reunidos. Prometiéndo que tendría cuidado, me acerqué alegre hacia ellos y dejé que una payasita simpática me pintara la cara.
Contenta, me puse a hablar con las personas que tenía más cerca y sentí que el ambiente era muy lindo. Un rato después aparecieron mis amigas de CPE, a las que saludé con mucho cariño.
Cantando bajo el sol y atendiendo a las órdenes de un simpático y agraciado payaso aaaalto y rubio, empezamos a prepararnos para la actividad. Yo estaba muy contenta, porque sentía que estaba en el lugar correcto, donde mi corazón me pedía estar.
Aunque al comienzo no pudimos marchar todos juntos, fue muy lindo de todas formas caminar con otros payasitos por la calle gritando "paz, amor, revolución" y viendo las caras atónitas de lo transeuntes.
Cuando nuestros "amigos" carabineros hicieron una barrera humana, mi madre se acercó muy asustada y me pidió que nos fuéramos, que no nos iban a dejar pasar, que nos iban a pegar. Yo sentí que estaba donde debía estar, así que le pedí que le diera una oportunidad al asunto. Alguien gritó entonces "¡Abrazo!" y hubo un masivo abrazo ante lo cual carabineros reaccionó con sorpresa y la barrera se rompió.
Luego, en el ejercicio de conexión interna con un desconocido, me tocó un agradable rasta y realmente hubo algo especial en el ambiente, sobre todo cuando gritamos nuestros deseos al Universo: ¡Paz! ¡Amor! ¡Alegría!
Ya cuando nos amenazaron con tirarnos agua, nos sentamos, hicimos la fila, se llevaron detenidos y tiraron agua, yo me sentía segura, decidida y sin miedo. Pasara lo que pasara, me mojaran, me detuvieran... estaba haciendo al fin lo que en mi corazón siento que debo hacer, estaba al fin pasando a la acción y dejando de teorizar, manifestando mis pensamientos, gritando, saltando, riendo... No tenía miedo del guanaco, ni de los carabineros, ni de nada.
Así estaba yo, cuando mi madre se acerca con cara de miedo y me pide por favor que nos vayamos, que no quiere que me lleven detenida, que le da miedo que me peguen y quede inválida, que le da miedo que me pequen y quede tonta, que le da miedo que me muera, que me pase algo. Ella también fue a manifestaciones en la dictadura y varios amigos suyos sufren las consecuencias de los abusos de carabineros, me explicó en el auto, después. Yo traté de convencerla de que estoy en el lugar correcto, que todo está bien para mí... pero no comprende y me ordena irnos, me obliga.
Me da vergüenza decir que me fui y no puse el pecho ante la represión. Me da vergüenza no haberme quedado con ese valiente grupo de payasos luchando por el derecho a manifestarme. Me da vergüenza haber tranzado y haber obedecido. Y es que después de tantos años de obediencia me cuesta no hacerlo.
Pero yo quería quedarme y no huir como una cobarde. Quería atenerme a las concecuencias de mis actos. Quería quedarme hasta el final.
P.S: alguien cuénteme, por favor, qué pasó luego de que yo me fui... terminaron la contraparada? se dispersaron?
Contenta, me puse a hablar con las personas que tenía más cerca y sentí que el ambiente era muy lindo. Un rato después aparecieron mis amigas de CPE, a las que saludé con mucho cariño.
Cantando bajo el sol y atendiendo a las órdenes de un simpático y agraciado payaso aaaalto y rubio, empezamos a prepararnos para la actividad. Yo estaba muy contenta, porque sentía que estaba en el lugar correcto, donde mi corazón me pedía estar.
Aunque al comienzo no pudimos marchar todos juntos, fue muy lindo de todas formas caminar con otros payasitos por la calle gritando "paz, amor, revolución" y viendo las caras atónitas de lo transeuntes.
Cuando nuestros "amigos" carabineros hicieron una barrera humana, mi madre se acercó muy asustada y me pidió que nos fuéramos, que no nos iban a dejar pasar, que nos iban a pegar. Yo sentí que estaba donde debía estar, así que le pedí que le diera una oportunidad al asunto. Alguien gritó entonces "¡Abrazo!" y hubo un masivo abrazo ante lo cual carabineros reaccionó con sorpresa y la barrera se rompió.
Luego, en el ejercicio de conexión interna con un desconocido, me tocó un agradable rasta y realmente hubo algo especial en el ambiente, sobre todo cuando gritamos nuestros deseos al Universo: ¡Paz! ¡Amor! ¡Alegría!
Ya cuando nos amenazaron con tirarnos agua, nos sentamos, hicimos la fila, se llevaron detenidos y tiraron agua, yo me sentía segura, decidida y sin miedo. Pasara lo que pasara, me mojaran, me detuvieran... estaba haciendo al fin lo que en mi corazón siento que debo hacer, estaba al fin pasando a la acción y dejando de teorizar, manifestando mis pensamientos, gritando, saltando, riendo... No tenía miedo del guanaco, ni de los carabineros, ni de nada.
Así estaba yo, cuando mi madre se acerca con cara de miedo y me pide por favor que nos vayamos, que no quiere que me lleven detenida, que le da miedo que me peguen y quede inválida, que le da miedo que me pequen y quede tonta, que le da miedo que me muera, que me pase algo. Ella también fue a manifestaciones en la dictadura y varios amigos suyos sufren las consecuencias de los abusos de carabineros, me explicó en el auto, después. Yo traté de convencerla de que estoy en el lugar correcto, que todo está bien para mí... pero no comprende y me ordena irnos, me obliga.
Me da vergüenza decir que me fui y no puse el pecho ante la represión. Me da vergüenza no haberme quedado con ese valiente grupo de payasos luchando por el derecho a manifestarme. Me da vergüenza haber tranzado y haber obedecido. Y es que después de tantos años de obediencia me cuesta no hacerlo.
Pero yo quería quedarme y no huir como una cobarde. Quería atenerme a las concecuencias de mis actos. Quería quedarme hasta el final.
P.S: alguien cuénteme, por favor, qué pasó luego de que yo me fui... terminaron la contraparada? se dispersaron?