El profe de filosofía, la muerte y yo...

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Esto es una reflexión que nos hicieron hacer en clases de filosofía acerca de "cómo vamos a morir". El profe lo encontró demasiado rosa y holliwoodense (debe ser porque es un nihilista). Esto fue lo que me resultó:

Siento el aroma del mar y la brisa salada que acaricia mi rostro. Alzo la vista y bebo el mar con mis ojos, que entra por el gran ventanal de mi habitación. Ha llegado la hora de mi partida. Todos los que amo están conmigo, algunos lloran, pero yo estoy serena.

La vida fue mi amiga y compañera durante muchaos años y ya es tiempo de tomar otro rumbo. Siento que todo lo que viví tuvo sentido y aprendí todo lo necesario en mi existencia. Trato de consolar a mi familia dicíéndoles que fui y soy feliz. Hice todo lo que quize hacer, la vida nada me debe y es necesario tener nuevas experiencias... y descansar en armonía con el cosmos.

El momento se aproxima y siento que mi corazón se hincha de Amor hacia todas las cosas y seres. El Amor que surge de mi pecho es como una gran luz que lo envuelve todo y me permite ver desde un nuevo ángulo. Ya no hay rencores, ni penas, ni rabias... Ya no hay nada en mí que no sea puro Amor.

Miro a mi familia por última vez, y les dedico una sonrisa, no quiero que sufran. Aprieto por última vez la mano de mi amado y beso a mis hijos. Luego, cierro los ojos lentamente y lanzo mi útlimo suspito.

Cada vez que alguien me recuerde, sentirá vivo el amor que nos tuvimos.

El Mar y el Hombre...

12:44 Edit This 1 Comment »
Los hombres contemplan el mar, porque el mar es reflejo de la vida. Posee una gran energía y belleza. Durante siglos el hombre ha contemplado el mar y el mar ha inspirado al hombre. ¿Qué tendrá de mágico, que ejerce esta extraña facinación en los hombres?

El mar es salado y puede ser tempestuoso, pero gran parte de su belleza radica en estas condiciones. De esta forma, la vida tiene amarguras y grandes problemas, pero vale la pena ser vivida, pues así "aprendes a nadar", es decir, de las experiencias sacas aprendizajes trascendentes que hacen que los momentos de desolación valieran la pena.

Un mar en tormenta visto desde lejos es hermoso, igual de hermoso que mirar la propia vida, las grandes penas, y ver que todo tuvo sentido.

Cada ve que ganas un conocimiento produndo, sea de la vida o de uno mismo, estamos "aprendiendo a nadar". Una vez que se sabe nadar, jugar con las olas puede ser muy divertido. Asi mismo, mientras mayor experiencias y conocimientosde la vida se tiene, los pequeños problemas, "las olas", no son vistos como grandes peligros, sino como retos por superar y poetnciales experiencias.

De esta forma, la vida es hermosa, al igual que el mar, para quién sabe darle un sentido de trascendencia y sacar aprendizajes en los momentos de mayor tristeza.

Aterrizaje Forzoso a la Realidad

17:55 Edit This 0 Comments »
Hace unos dias andaba por Providencia, cuando de pronto me doy cuenta de que no tengo mi morral... y siento el gran peso de haber sido robada.

Me sentí muy afectada, porque en mi mi morral habian cosas muy preciadas para mí: para empezar, el morral era ecuatoriano, al igual que un llavero de guairuro que llevaba en él y una billetera (también ecuatoriana) sin dinero, pero con mis documentos... todo esto regalo de mi abuela de ascendencia ecuatoriana.

Lo primero que sentí fue mucha pena por lo perdido, luego, sin embargo, mucha rabia hacia quien me robó ... Pero cuando mi madrina, que iba conmigo, me propuso ir a denunciar el robo a la comisaría, me negué. ¿Cómo iba a ser que por mi culpa mandaran a alguien a la cárcel? A pesar de la pena que sentí, también pensé que el que me robó no había tenido otra salida en su vida.

Yo siempre he pensado que los ladrones lo son sólo porque en su contexto social ser ladrón es lo común, al igual que en el mío lo común es trabajar. Así, la gente sigue la inercia de hacer lo que las personas de su entorno hacen, por lo que si desde pequeño se ha convivido con ladrones, lo más probable es que por inercia, los hijos continuen el camino de sus padres, a menos que tengan una educación que los haga tener posturas críticas frente a la vida.

Pero jamás imaginé la rabia que podía sentir el robado, el victimario... al que le arrebatan algo preciado o que ganó con esfuerzo. En todo caso, mi rabia no duró más de treinta segundos, porque recordé que yo tengo muchas más oportunidades que el que me robó... pero durante esos treinta segundos, la rabia fue intensa.

Supongo que aún no estoy suficientemente "evolucionada" como para empatizar al cien por ciento con el resto de las personas.

Tal vez el camino para evitar el odio ladrón-victimario (además de dar a los ladrones otras oportunidades, partiendo desde la educación) es que la víctima comprenda al ladrón y empatice con él... y se de cuenta que uno tuvo muchas más opciones en la vida que él.

En todo caso, con poca esperanza entré al Almaecenes Paris para preguntar por mi morral y... lo encontraron abierto y tirado en el suelo. Mi teoría es que el ladrón vio que no había nada de "valor" y decidió botarlo.

Creo que este aterrizaje forzoso a la realidad me más conocimiento acerca de mí misma, sobre hasta que punto puedo controlar a la "bestia-ego" interior y empatizar con el resto. En el fondo, fue una buena experiencia, a pesar de las lágrimas vertidas.