Aterrizaje Forzoso a la Realidad

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Hace unos dias andaba por Providencia, cuando de pronto me doy cuenta de que no tengo mi morral... y siento el gran peso de haber sido robada.

Me sentí muy afectada, porque en mi mi morral habian cosas muy preciadas para mí: para empezar, el morral era ecuatoriano, al igual que un llavero de guairuro que llevaba en él y una billetera (también ecuatoriana) sin dinero, pero con mis documentos... todo esto regalo de mi abuela de ascendencia ecuatoriana.

Lo primero que sentí fue mucha pena por lo perdido, luego, sin embargo, mucha rabia hacia quien me robó ... Pero cuando mi madrina, que iba conmigo, me propuso ir a denunciar el robo a la comisaría, me negué. ¿Cómo iba a ser que por mi culpa mandaran a alguien a la cárcel? A pesar de la pena que sentí, también pensé que el que me robó no había tenido otra salida en su vida.

Yo siempre he pensado que los ladrones lo son sólo porque en su contexto social ser ladrón es lo común, al igual que en el mío lo común es trabajar. Así, la gente sigue la inercia de hacer lo que las personas de su entorno hacen, por lo que si desde pequeño se ha convivido con ladrones, lo más probable es que por inercia, los hijos continuen el camino de sus padres, a menos que tengan una educación que los haga tener posturas críticas frente a la vida.

Pero jamás imaginé la rabia que podía sentir el robado, el victimario... al que le arrebatan algo preciado o que ganó con esfuerzo. En todo caso, mi rabia no duró más de treinta segundos, porque recordé que yo tengo muchas más oportunidades que el que me robó... pero durante esos treinta segundos, la rabia fue intensa.

Supongo que aún no estoy suficientemente "evolucionada" como para empatizar al cien por ciento con el resto de las personas.

Tal vez el camino para evitar el odio ladrón-victimario (además de dar a los ladrones otras oportunidades, partiendo desde la educación) es que la víctima comprenda al ladrón y empatice con él... y se de cuenta que uno tuvo muchas más opciones en la vida que él.

En todo caso, con poca esperanza entré al Almaecenes Paris para preguntar por mi morral y... lo encontraron abierto y tirado en el suelo. Mi teoría es que el ladrón vio que no había nada de "valor" y decidió botarlo.

Creo que este aterrizaje forzoso a la realidad me más conocimiento acerca de mí misma, sobre hasta que punto puedo controlar a la "bestia-ego" interior y empatizar con el resto. En el fondo, fue una buena experiencia, a pesar de las lágrimas vertidas.

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